

Una noche de verano, con luna llena dos aguerridos ciclistas partían desde Albacete hacia una nueva aventura. Por delante 84 Km y las ganas de experimentar como se pedalea en tinieblas
Salimos de Albacete después de cenar sobre las 23:35, los primeros kilómetros fueron de sorpresa, había otros ciclistas en la vía verde, pero todos en dirección contraria a la nuestra, ellos hacia el favor de las farolas de la ciudad y nosotros huyendo de ellas para conocer que se puede ver si te alejas de la ciudad unos 84 km.
La luz de la luna llena es benévola y nos devuelve el paisaje del llano árido al que ya estamos acostumbrados, solo que de noche el insoportable calor esta ausente y se agradece que haya un poco de viento. Nuestra velocidad media es de unos 20 a 25 km/h por lo que no cesamos de sudar, los primeros regadíos nos refrescan e incluso pensamos de ponernos el chubasquero pero lo posponemos para mas tarde.
La visión se agudiza para evitar pillar piedras o baches de los que no se es muy consciente, pero la vía verde es una autopista para las bicis y tampoco tenemos que preocuparnos sobremanera.
El mayor peligro, la cantidad de conejos, que salen despavoridos cruzando el camino, muchas veces por delante mismo de la bicicleta y que en una ocasión choco con el pedal de Fran. Otro de los peligros, el de perderse, hubiese sido fácil de no conocernos el camino casi de memoria.
Las pilas de las linternas se agotan y tenemos que parar varias veces a cambiarlas.
Lo mas sorprendente la tranquilidad de la noche, que tuvimos la oportunidad de comprobar haciendo unos 500 mts andando, pues con el ruido de las bicis no se oyen ni los búhos y eso que nos voló delante una lechuza durante 100 mts. También nos sorprendió el trasiego de viajeros a eso de las 3:30 en la venta de El Cubillo.
Al final foto de rigor en Cortes y marcha para Alcaraz donde nuestro vehículo esperaba ser cargado de bicicletas a eso de las 5:50.